Javier Santos, quien ha estado en una prolongada batalla legal por el reconocimiento de su filiación con el famoso cantante Julio Iglesias, ha decidido no continuar con las últimas opciones legales disponibles, ni ante la ONU ni en Estados Unidos, debido a limitaciones económicas y su avanzada edad. Con esta declaración, Santos se aleja definitivamente de cualquier proceso judicial relacionado con su reclamación y se disculpa tanto con el cantante como con quienes considera sus hermanos.

Según medios como Europa Press y 20Minutos, esta decisión surge de la imposibilidad de financiar un litigio internacional y de no cumplir con los requisitos legales en Estados Unidos. Santos expresó que su interés nunca fue financiero, y está dispuesto a firmar documentos que dejen constancia de que su búsqueda de reconocimiento no tiene motivaciones patrimoniales. Esta afirmación es crucial dado que su caso ha atraído una considerable atención mediática en España, estableciendo precedentes sobre los límites legales en reclamaciones de filiación de figuras públicas.

El proceso judicial anterior de Santos involucró varias instancias, incluyendo la Audiencia Provincial de Valencia, el Tribunal Constitucional de España y el Tribunal Europeo de Derechos Humanos, todas las cuales desestimaron sus peticiones, señalando que el caso ya había sido cerrado y no había base para ser reabierto. La Audiencia Provincial de Valencia lo calificó como “cosa juzgada”, lo que formalmente bloqueó cualquier nueva consideración en el ámbito judicial español.

En una emotiva aparición en el programa “Fiesta”, Santos compartió la carga emocional de su lucha por el reconocimiento, expresando su deseo de haber conocido a su padre antes de su fallecimiento. A pesar de renunciar a cualquier trámite judicial, Santos mantiene el deseo de acercarse a Julio Iglesias, expresando su anhelo de establecer un diálogo constructivo.

Su abogado, Fernando Osuna, mencionó que se consultaron abogados en Estados Unidos para explorar posibilidades, pero los resultados revelaron que no había viabilidad para continuar el proceso debido a limitaciones económicas. Santos, en su declaración, enfatizó su deseo de cerrar este capítulo con dignidad, disculpándose si alguna vez causó daño a Iglesias y dejando la puerta abierta para un futuro diálogo.

Este cierre definitivo también aborda la relación con sus potenciales hermanos, manifestando una esperanza de reconciliación futura después de años de confrontación pública. Santos y su círculo cercano recalcan que su demanda siempre se limitó a una búsqueda simbólica y personal de reconocimiento, y no a intereses económicos.

La historia de Javier Santos ha suscitado importantes debates sobre el acceso a la justicia, el derecho a la identidad y el impacto de las demandas de filiación en figuras públicas. Su decisión de cerrar este capítulo marca el fin de sus acciones legales y abre la puerta a la posibilidad de una nueva relación fuera del ámbito judicial. Esta evolución no solo permite a Santos buscar paz personal, sino que también ofrece una lección sobre la importancia de la reconciliación familiar y el diálogo.

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