El Celta de Vigo se enfrenta a un reto significativo en la competición europea, ya que tiene tres objetivos por cumplir ante equipos franceses: eliminar a uno, ganar un partido y marcar en su estadio de Balaídos. A lo largo de su historia en competiciones europeas, el club gallego ha lidiado con la adversidad frente a clubes de la Ligue 1. En dos ocasiones anteriores, los celestes no han logrado cumplir ninguna de estas metas. En la temporada 1998-99, el Olympique de Marsella eliminó al Celta en los cuartos de final, y un año más tarde, el Lens repitió la hazaña.En ambos enfrentamientos, el Celta mostró su potencial ofensivo pero no obtuvo los resultados esperados.
El primer episodio, ante el Marsella, fue crítico, ya que, tras un potente gol de Mostovoi que colocó a los gallegos con un 2-1 en el marcador en el partido de vuelta, el equipo se encontró a un paso de la semifinal. Sin embargo, el OM, lleno de estrellas como Blanc y Robert Pirés, se encerró en su campo y contuvo el asedio del Celta. A pesar de generar múltiples ocasiones de gol, el equipo local no logró materializar su juego en un gol que les hubiera dado el pase.
El segundo encuentro, que también terminó sin goles, fue contra el Lens y tuvo lugar en Balaídos. A pesar de dominar el partido y contar con varias oportunidades claras, el conjunto celeste se vio frustrado por un equipo francés que se defendió de manera organizada y estratégica. El Lens, liderado por jugadores de calidad, se llevó un empate que, a pesar de no ser merecido por cómo se desarrolló el juego, significó una ventaja psicológica para la vuelta.
Ambas experiencias han dejado una marca en la historia del Celta en competiciones europeas y reflejan la necesidad de superar esos desafíos en futuros enfrentamientos. Con una base sólida y una afición apasionada, la esperanza es que el Celta pronto logre romper esta racha negativa y celebre una victoria ante los clubes franceses, marcando su primer gol en casa y asegurando su avance en el torneo.